Los monos más oscuros son una raza menos evolucionada que nosotros, continuaba el líder del congreso. Sus aspiraciones son desagradables para nosotros, son muestra de una baja sociedad, se dan golpes para ganar popularidad en la tele y lo hacen todo gratuitamente, rebajan nuestra moral, nuestro prestigio.
Mientras, en uno de estos árboles, un monete marrón claro se ocultaba de los monetes albinos. Al oírlos empezó a masturbarse frenéticamente pensando en las horribles consecuencias que esto podría tener contra su raza, es decir, contra su especie, o sea, contra los suyos, no, contra los que no tuvieran el pelo rubio, eso joder.
Los motetes rubios seguían a la suya, ¡vamos a matarlos putos monoscuros! Incluso inventaban lemas: ¡monoscuros! ¡a tomar por culo!
Al oír esto el monete marrón oscuro comenzó a proferir alaridos incontrolados de sorpresa pues el gran intelecto de los monos por sólo el hecho de haber creado una rima era suficiente para demostrar que si eran superiores a él.
Mierda pensó, me han descubierto. Al segundo, los siete monetes albinos estaban todos encima despellejándole el cuerpo entero con sus uñas y sus dientes, no quedó más que trocitos de cola, fragmentos de cerebro desperdigados y una gran oreja con pelos marrones sangrante en lo alto de una rama.
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