lunes, 29 de agosto de 2011

Entonces...

Entonces, de la nada, apareció Agustín. Era un pobre hombre encorvado, su mandíbula casi tocaba su pecho y su chepa casi alcanzaba el alto de su cabeza. Se decía que era un pobre hombre porque vivía acomplejado por estos defectos personales que le sometían a una crítica social constante y humillante. En todo momento sentía la necesidad de morir y renacer para poder ser alguien normal, pero el miedo a la muerte le frenaba.

Entonces, encontró a alguien que le ayudó a volver a ser persona, Carlota. Ésta era una gran persona, en cuanto a tamaño, abocada a la buena acción. Le ayudó a comprender el sentido de que él existiera: Si tu no estuvieras aquí, el peor ser humano de la humanidad sería otro, y sería otra persona la que sentiría todo el desprecio que sentimos hacia ti. Así que no te mates, porque si tu mueres, será otro el que cargue con tu lápida, y no creo que tu quieras hacer que otro sufra. La idea de hacer sufrir a otra persona lo que el sufría le gustaba a Agustín, y eso le devolvía la alegría, pero era demasiado cobarde como para quitarse la vida.

Entonces, una tarde, mientras veía los coches pasar desde los cartones donde vivía, vio un camión pasar y se le ocurrió una idea. Agustín tenía unos cartones de leche y otros cartones para dormir, nada más. Así que se le antojó subirse a un puente y tirarse al medio de la autopista.

Entonces se tiró. Al caer se rompió unas costillas nada más, tuvo fuerzas para levantarse y salir de la autovía. Una vez fuera, tras sortear varios coches, alterado, se dió cuenta de que estaba mucho más alto. Se le habían roto varias costillas pero ahora la odiosa curva de la espalda ya no estaba. Alegre saltó y saltó y gritó y lloró de alegría y de dolor, pues se había roto varias costillas. Y decidió volver a casa, a dormir toda una noche del tirón. Sin miedo a la muerte se adentró en la autovía y que mala suerte, que un coche apareció y le quitó la vida y él le quitó la vida al chico que conducía, pues tuvo un accidente.

Entonces, me dio por pensar, y pensé que la muerte y la vida no se pueden comparar, pues depende de la persona y del lugar, depende de los amigos, si es en tierra o si es en mar, depende si tienes algo que te mata o algo por lo que matar.

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